28 sept 2020

LA CANTERA DEL RINCÓN DEL MOLAR DE ALBENDEA

 

En el Llano de San Marcos, cerca de la antigua escombrera en la que también podemos ver una antigua gravera, encontramos un antiguo chozo guardaviñas, donde se refugiaba el guarda para proteger las uvas cuando estaban prestas para su recogida. Es un chozo con parte de su paramento destruido para ser reconvertido en un puesto de tirador de caza, lo que pensamos que es una auténtica barbaridad y un ataque a la arquitectura tradicional de Albendea, cosa que también ha sucedido en algún otro chozo de nuestro término municipal. Bien es verdad que se ha conservado en el tiempo, al contrario que ha ocurrido con muchos otros edificios, como tinadas y corrales de ganado, cortijos, molinos, almazaras, etc., motivo por el que quizás haya que dar las gracias a sus propietarios. Pero creemos, y así lo dicen también las normas de conservación del patrimonio cultural, que romper parte del muro tan añoso de estos edificios para convertirlo en otra cosa que no ha sido nunca, es un auténtico disparate, pues transforma aquello para lo que sirvió y aquello que ha durado tantos años en su aspecto original.

Imaginemos la Mezquita de Córdoba transformada en un hotel, para lo que habría que destruir y transformar parte de su estructura. O la Ermita Mausoleo de Llanes convertida en una casa rural o su cripta destruida para ser convertida en una bodega. Desde luego serían auténticas atrocidades, lo que creemos que ha ocurrido con nuestros chozos, pues han perdido la esencia y fundamento de su construcción original.

Si desde este chozo dirigimos la mirada hacia Albendea, a poco más de una veintena de metros, en un estrato inferior del terreno, iniciado ya el descenso hacia el valle del río San Juan, hallamos otra curiosidad etnológica de nuestro pueblo, que, valga la redundancia, es verdaderamente curiosa. En el llamado Rincón del Molar podemos ver una cantera de piedras de molino en la que se conservan unas ruedas de molino harinero excavadas y modeladas en la roca caliza, una de ellas completamente extraída de la madre tierra, presta para ser transportadas a los molinos harineros de la zona.

Se conoce la existencia de varios molinos en el cauce del río San Juan, uno de ellos en la zona denominada el Parral, que pertenecía al Concejo y estaba arrendado en 1754 por un tal Francisco Parques, por el que pagaba diez y ocho fanegas de trigo, y otro denominado de la Vega, con varios propietarios, que molían ambos sólo con el agua previamente almacenada en una presa, pues el agua del río San Juan ni da, ni ha dado nunca, excepto crecidas por lluvias torrenciales, para más. En el río Guadiela y el Escabas había también varios molinos, uno en La Ruidera, del que no queda nada, al menos que sepamos, y otro en Las Juntas, en el río Escabas, poco antes de unir sus aguas al Guadiela, del que todavía se puede ver algunos restos del dificio y la acequia por donde entraba y salía el agua del molino, en este último caso con su arco bien conformado de medio punto.

Pero estos molinos con el tiempo perdieron su funcionalidad, por lo que las piedras quedaron allí perennes, como otra muestra más de nuestra cultura, de un antiguo oficio, el de cantero de piedras de molino, y como recuerdo y homenaje a las gentes que en el pasado vivieron en nuestro pueblo. Esperemos que la mano del hombre no destruya nunca estas piezas únicas de Albendea, ni quiera extraerlas su propietario del lugar donde se fabricaron para reconvertirlas en otra cosa diferente a lo que son actualmente, y se guarden allí siempre para engrandecer el patrimonio del pueblo.

Para dar forma y extraer estas muelas en bloques cilíndricos, el cantero trazaba primeramente una circunferencia sobre la superficie de la roca, tallando alrededor un surco que había que rebajar hasta alcanzar el grosor deseado para la muela. Eran dos los métodos usados para separar el bloque de la roca madre. El primero consistía en introducir cuñas de madera en todo el perímetro del surco y posteriormente echar agua para dejarla helar, hielo que rompía la roca al alcanzar un volumen mayor que el agua introducida, de manera que esta dilatación del agua y de la madera ejercía una presión que separaba la muela de la roca base. El segundo método consistía en picar varias entalladuras en V por la base perimetral del surco y se ponían cuñas de madera solapadas por dos pletinas de hierro que permitían su deslizamiento. Al ser golpeada de forma alterna con una maza la muela se desprendía de la roca madre. Finalmente se tallaban y labraban las caras de las muelas, realizando el orificio central pasante, en el que irían el buje y el árbol del molino.

Las medidas de las muelas de los molinos harineros solían tener dimensiones que oscilaban de 0,90 a 1,80 metros de diámetro; y de 0,25 a 0,45 metros de grosor, llegando a pesar algunas hasta 1.500 Kilos. La muela extraída de este rincón del molar, ya con su eje horadado completamente, tiene un diámetro de 1,50 metros y un grosor de 25 centímetros. Las otras tres muelas modeladas, aunque no llegaron a ser extraídas por completo, miden 1,40 de diámetro y su anchura es de 40 centímetros. Se marcaron otras tres más sobre la placa de roca caliza, cuya forma es fácil de atisbar, pero sin que el cantero comenzase su talla.

Cuando estas muelas se transportaban al molino se realizaba el rayado o picado definitivo en las caras de contacto de las muelas. Cantero y molinero hacían esta operación y colocaban fija la piedra solera y sobre ella la volandera de tal manera que entre ambas hubiera un cierto espacio, pues las piedras debían moler, no machacar ni quemar el grano por altas temperaturas.

Este Rincón del Molar, con estos restos arqueológicos de carácter industrial, es sin duda un excepcional sitio de interés para el municipio de Albendea, pues muestra una antigua industria y un antiguo oficio, el de cantero de muelas de molino, que existió en Albendea en el pasado, con un gran valor cultural para nuestro pueblo. Esperemos que las autoridades municipales y regionales reconozcan este valor y protejan y señalicen la zona algún día, pues, al igual que los chozos guardaviñas y de pastores que conservamos en Albendea, es uno de esos lugares que merece la pena conservar y difundir, como muestra de la cultura y etnología de todo un pueblo, para disfrute de las gentes presentes y de aquellas que han de venir en un futuro.

Esperemos que esta zona se habilite como sitio de interés etnológico que lo es, para que todos los vecinos del pueblo y todos aquellos visitantes interesados puedan acudir a contemplar los restos de una cantera única en el término municipal de Albendea y posiblemente uno de los pocos puntos similares que todavía existen en la provincia de Cuenca. Este Rincón del Molar nos muestra lo que fue el trabajo de los canteros de molino de los siglos pasados, donde lo ejercían (en este caso en el mismo campo) y la importancia que tuvieron los molinos harineros en nuestro pueblo, en algunos casos con bastante escasez de agua, como ha sido siempre el cauce del río San Juan.

EL RINCÓN DEL MOLAR, CON LAS CASAS DE ALBENDEA AL FONDO
MUELAS ADHERIDAS A LA ROCA MADRE


ROCA EXTRAIDA DE LA ROCA CON SU EJE CENTRAL FORMADO COMPLETAMENTE
MUELAS DE MOLINO QUE NO LLEGARON A EXTRAERSE
 

 

27 sept 2020

NUESTROS CHOZOS TRADICIONALES RECONVERTIDOS EN PUESTOS CINEGÉTICOS DE TIRADOR

 

Los chozos, cubos o cubillos son unas construcciones de piedra que han servido tradicionalmente de refugio a los pastores en sus largas jornadas de pastoreo por el campo y la montaña. En La Mancha y en otros lugares de nuestro país, es fácil ver salpicados por el paisaje construcciones tradicionales de este tipo, edificaciones que forman parte de la etnología de nuestros pueblos; en definitiva, son una parte importante de nuestra cultura e historia.

En Albendea podemos ver un ejemplar de construcciones de este tipo junto al Llano de San Marcos, a unos dos centenares de metros de la antigua escombrera, edificio emplazado donde la tierra se quiebra y mira al Noroeste, hacia el valle del río San Juan y las casas de Albendea, que situadas sobre un altillo del terreno se atisban en lontananza. Pero en este caso, esta construcción de piedra y tierra no fue un refugio de pastores, que también pudo ser usado por estos profesionales del pastoreo y demás gente que, buscándose la vida en el campo, andaba todo el día de aquí para allá, sino un chozo guardaviñas, refugio contra las inclemencias del tiempo del guarda que cuidaba las viñas que se cultivaban en el llano, cuando ya los frutos de éstas habían madurado y estaban preparados para su recolección.

Se trata de una construcción de planta circular, de aspecto cónico, cubierta con una falsa cúpula, sin ningún tipo de ornamentación ni comodidad para quien se refugiase en él, construido con piedras toscas del terreno, unidas con argamasa de barro y yeso o cal. La puerta está situada al mediodía, de manera que su morador no sufriese los embates del viento frío del Norte, con una A grabada en la clave que cierra el tosco arco de la entrada, cuyo significado desconocemos.

Antiguamente en la mayoría de los viñedos de nuestro país los guardas de campo guardaban las vides para evitar robos cuando el fruto estaba a punto para su recogida. Vigilaban desde un altillo del terreno, que era donde se emplazaba el chozo, no sólo que la gente no entrase en los viñedos a robar la uva, sino también los ganados, que podían destrozar en un santiamén la cosecha de uvas de todo un año. Incluso tenían que espantar con gritos y aspavientos las bandadas de aves para que no se comiesen los preciados frutos del viñedo. Estos guardas eran contratados por los ayuntamientos, las hermandades de labradores, donde las había, o por los propios agricultores. No se solía perseguir el robo de racimos, siempre que la viña fuera abundante y escaso el número de demandantes furtivos de uva.

Cada guarda atendía la vigilancia de las tierras incluidas en su zona y disponía de estos pequeños chozos para refugiarse, descansar, comer e incluso dormir si fuera necesario. Había guardas que llevaban carabinas y disparaban cartuchos de sal o incluso podían poner multas por las infracciones cometidas, que podían oscilar entre las tres y catorce pesetas. Estos chozos de guardería empezaron a ser abundantes en el siglo XIX, aunque se tiene constancia de su existencia en nuestro país desde el siglo XVI.

Desconocemos cuándo se construyó este chozo de guardaviñas del Llano de San Marcos, aunque imaginamos que en la segunda mitad del siglo XIX o principios del XX. Hoy por desgracia se ha destruido en parte, extrayendo de él algunas piedras de su pared para hacerle un gran agujero y reconvertirlo en puesto de tirador cinegético para abatir desde su interior las piezas de caza que se pongan a tiro de la escopeta. Es una pena que no se conserve en su estado original, pues forma parte de la etnología de nuestro pueblo; es sin duda un documento de piedra vivo de nuestra historia y cultura, que sería obligado conservar en su estado original, recomponiendo aquello que se destruyó sin ningún respeto a lo que hicieron nuestros mayores y que bien merece la pena conservar.

En la zona de Cerralbo, mirando hacia el Noreste desde San Marcos, si seguimos el camino que conduce al valle del Guadiela y al Cuarto de la Mora, podemos encontrar otros dos chozos. El primero de ellos aparece sobre una eminencia del terreno, con su techumbre derruida, construido como el del Llano de San Marcos pero de mayores proporciones, usado posiblemente como refugio de pastores, pues aledaño a él aparecen los restos de un antiguo aprisco o redil de ganado, en el que bien pudiera el pastor guardar las ovejas mientras descansaba en el chozo.

Por debajo de este chozo queda otra construcción de este tipo, que en este caso conocemos, por los testimonios orales tomados a algunas personas mayores de Albendea, que servía de refugio al guarda que también vigilaba el viñedo que allí se había plantado. En este chozo, al igual que el del Llano de San Marcos, se ha destruido parte de su pared y también ha sido reconvertido como pozo de tirador, lo que es otro agravio y ataque a nuestra cultura y a la historia y gentes de nuestro pueblo. Pero para más inri, para preservarlo del tiempo, se ha enfoscado toda la construcción de cemento, cambiando por completo su aspecto externo y la obra original y poniéndolo de ejemplo de lo que no debe hacer jamás la barbarie humana.

Todos estos chozos son construcciones de un enorme valor etnológico y humano, que forman parte de nuestra historia y cultura. Son documentos vivos de piedra que nos hablan de una manera de vivir y de trabajar de las gentes antiguas de Albendea, una forma de sobrevivir de aquellos que nos precedieron, que a su vez fueron y son el origen y fundamento de lo que somos ahora nosotros. Por ello estamos obligados, tanto las instituciones públicas, como los propietarios y vecinos de Albendea, a instar su conservación y a recuperar su estado original, pues fueron una muestra de nuestro pasado y son una huella patente de nuestro origen presente. Esta arquitectura no monumental en el sentido más clásico de su adjetivo, como pueden ser las grandes catedrales, representa el trabajo, la lucha y el esfuerzo de unas gentes antiguas que intentaron sobrevivir en unas tierras alcarreñas que no siempre fueron feraces y fáciles para sus habitantes, pero que con ahínco y tesón consiguieron crear un modo de vida tradicional en Albendea, que no por arcaico haya de poner en olvido.

CHOZO DEL LLANO DE SAN MARCOS

PARTE POSTERIOR DESTRUIDA DEL CHOZO DEL LLANO DE SAN MARCOS

ARCO DE ENTRADA DEL CHOZO DEL LLANO DE SAN MARCOS CON UNA A EN LA CLAVE

DETALLE DE LA MAMPOSTERIA DEL CHOZO DEL LLANO DE SAN MARCOS

FOTOGRAFÍA DEL TECHO DESDE EL INTERIOR DEL CHOZO DEL LLANO DE SAN MARCOS
CHOZO DE PASTORES DE CERRALBO

EL CHOZO DE CERRALBO MOSTRANDO SU MAL ESTADO CON AMENAZA DE DERRUMBE
CHOZO GUARDAVIÑAS DE CERRALBO

CHOZO DE CERRALBO CON SU PARED DESTRUIDA

POZO GUARDAVIÑAS DE CERRALBO Y EL CUARTO LA MORA

 
ENTRADA DEL CHOZO GUARDAVIÑAS DE CERRALBO
CUARTO DE LA MORA, CON RESTOS DE HABITACIÓN HUMANA

 




 

31 ago 2020

ASOCIACIÓN DE MAYORES DE ALBENDEA SAN ANTONIO DE PADUA

 

ASOCIACIÓN DE MAYORES DE ALBENDEA SAN ANTONIO DE PADUA

Al amparo de lo dispuesto en el artículo 22 de la Constitución española, que reconoce el derecho de asociación como artículo fundamental en nuestro país, en el año 1994 se creó la Asociación de Jubilados y Pensionistas San Antonio de Padua de Albendea. Fueron socios fundadores y formaron parte de la primera junta directiva Julio Viana, Juan Bautista Pérez,  Paulino arribas, Valentín Fernández, Victorino Pérez, Miguel Albendea y Algimiro Albendea. Se dotó a la asociación de unos estatutos, depositados junto a su acta fundacional en el Registro de Asociaciones de Castilla-La Mancha, y se designó como domicilio social, tras acordarlo con el Ayuntamiento, el Centro Social Polivalente, situado en la Plaza de España número 1, donde la asociación dispone de un pequeño local de reuniones, de juegos de naipes, dominó, etc.

La asociación nacía así con personalidad jurídica propia, por supuesto sin ningún ánimo de lucro, con unos fines que están reconocidos en el artículo 3 de sus estatutos, que son los siguientes: promover la participación de las personas mayores del municipio, tanto en la vida social como política y económica del pueblo, promoviendo y apoyando aquellas medidas que sean necesarias para su integración en la vida social y política del municipio, fomentar las actividades lúdico-educativas para que estas personas mayores mantengan sus relaciones sociales y mejorar su calidad de vida, facilitando el conocimiento de otros lugares y culturas. Asimismo la asociación tiene entre sus objetivos la colaboración con otras asociaciones entidades o instituciones, cuyos fines sean análogos a la misma, con el fin de alcanzarlos conjuntamente.

Para el cumplimiento de estos fines, la asociación realiza periódicamente cursos de formación, talleres y otro tipo de actividades educativas, charlas, coloquios, conferencias, encuentros y jornadas de trabajo. Asimismo entran en sus planes la organización de actividades de ocio y tiempo libre y viajes culturales para conocer otros lugares. También se ha conseguido llevar al pueblo un servicio de podología y otro de peluquería que prestan sus servicios ocasionales en el pueblo, facilitados por la Unión Democrática de Pensionistas, una unión de asociaciones de personas mayores a nivel nacional, dentro de la Federación Territorial de Cuenca, a la que está adscrita la Asociación San Antonio de Padua.

En cuanto a los órganos de representación, los estatutos citan que la asociación se gestiona por una junta directiva, en la que hay un presidente, un vicepresidente un secretario, un tesorero y varios vocales, según se considere su necesidad. La actual presidenta de la asociación es María Jesús Calvo González, con Valentín Casero Canales de secretario y María Crespo Martínez de tesorera, aunque no se ha nombrado al vicepresidente. Son vocales de la junta Jesús García Pérez,  José Ortega Calvo, Ángel Córdoba Pérez, Soledad Ballesteros y Lucio Llandres López.

No quisiéramos dejar de nombrar a la anterior directiva, presidida por Luis González, con Jesús Calvo como secretario, María Crespo de tesorera y los vocales Fidel Moreno, Lucio Llandres, Soledad Ballesteros, Ángel Córdoba y Benito de la Fuente, que cesaron en sus cargos hace poco más de un año, personas que durante el tiempo en que ejercieron sus cargos realizaron una importante labor social, tanto para la asociación como para la misma población. Gente muy activa y enamorada de su tierra, Albendea, durante ese periodo se fomentaron y organizaron numerosas actividades sociales, comidas y cenas anuales de socios y familias, viajes por toda nuestra geografía y participaron activamente en la organización de las fiestas patronales de la población, promoviendo el espíritu de encuentro, participación y asociación entre los asociados y el resto de vecinos del pueblo.

Todos los cargos de la junta son nombrados y separados por la asamblea general extraordinaria. Son funciones de la junta directiva dirigir las actividades organizadas por la asociación, la llevanza de la gestión económica y administrativa, así como la ejecución de los contratos y actos jurídicos que se considere oportunos. Son también obligaciones y atribuciones de la junta ejecutar los acuerdos de la asamblea general, someter a la aprobación de ésta los balances y cuentas anuales y resolver sobre la admisión de nuevos socios. Asimismo designa los socios delegados que participen en actividades relacionadas con la asociación y llevará a cabo cualquier otra actividad o función que no sea competencia de la asamblea general de socios.

El presidente, en este caso la presidenta, y en su caso el vicepresidente de ser nombrado y sustituya al presidente, representa a la asociación y convoca y preside las sesiones que celebre la junta directiva, dirigiendo sus deliberaciones. Otras funciones del presidente son convocar las sesiones de la asamblea general, ordenar los pagos por las obligaciones contraídas por la asociación y autorizar con su forma los documentos, actas y correspondencia. También ha de adoptar cualquier medida urgente que considere oportuna para el buen funcionamiento de la asociación o que sea necesaria para el desarrollo de las actividades programadas, sin perjuicio de dar cuenta posteriormente a la junta directiva.

El secretario es el responsable de ejecutar los trabajos administrativos de la asociación, controlando y custodiando tanto los libros y ficheros de los asociados como el resto de documentos de la misma. También es el encargado de la comunicación de la convocatoria de la junta directiva a sus miembros y de la asamblea al resto de asociados y los acuerdos que se hayan adoptado. Por último presentará las cuentas anuales y cumplirá con aquellas obligaciones documentales que estén contemplados en la normativa vigente.

En cuanto al tesorero recaudará y custodiará los fondos de la asociación, dando cumplimiento a las órdenes de pago ordenadas por el presidente. Finalmente los vocales llevarán a cabo aquellas actividades propias encomendadas en su nombramiento, así como las que nazcan de las delegaciones atribuidas por la junta directiva y de su participación en las comisiones de trabajo que se creen.

La asamblea general es el órgano supremo de gobierno de la asociación y está formada por todos los asociados. Será convocada una vez al año en sesión ordinaria y en aquellas sesiones extraordinarias que se considere oportuno por la Junta Directiva, se contemple en los estatutos o lo solicite una décima parte de los asociados. Entre los cometidos de la asamblea general están los de nombrar y separar a los miembros de la junta directiva, adoptar acuerdos relacionados con la constitución de federaciones de asociaciones o de integración en las ya constituidas, la disposición o enajenación de bienes, la modificación de los estatutos o la expulsión de socios. Otras funciones de la asamblea son la de aprobar si procediere la gestión de la junta directiva, así como las cuentas anuales, aprobar o rechazar las actividades previstas y fijar la cuotas ordinarias o extraordinarias.

En cuanto a los socios, los estatutos distinguen entre socios fundadores, que son los que constituyeron la asociación, y socios numerarios, que son aquellos que ingresaron una vez constituida. Pueden ser socios todas aquellas personas que tengan algún interés en el desarrollo de los fines de la asociación, sin más obligación que compartir sus fines y colaborar para conseguir alcanzarlos, abonar las cuotas anuales que se fijen, cumplir con los estatutos y acuerdos válidos de los órganos de gobierno y representación y, en su caso, desempeñar las obligaciones inherentes al cargo que ocupen.

Los socios tendrán derecho a participar en las actividades que organice la asociación, a disfrutar de las ventajas y beneficios que ésta pueda obtener, a participar en las asambleas con voz y voto, a ser electores y elegibles para los cargos directivos, a ser informados de todo aquello que atañe a la asociación, a impugnar los acuerdos de los órganos que  estime contrarios a derecho y a ser oídos antes de que se tome ninguna medida disciplinaria contra ellos.

Hoy día la asociación cuenta con 70 socios jubilados y 40 socios jóvenes, que son aquellos que sin ser socios de pleno derecho pagan una cuota inicial de nueve euros para poder hacer uso de las instalaciones como el  resto de los socios. Estos socios jóvenes alcanzan el pleno derecho de los socios cuando llegan a la edad de jubilación, sin necesidad de pagar la cuota inicial de ingreso, aunque sí la cuota anual que es de ocho euros.

Para el desarrollo de sus fines, aparte de las subvenciones públicas que pudiera recibir, la asociación cuenta como recursos económicos con esta cuota inicial y la anual de sus socios, así como cualquier otro recurso que pudiera obtenerse de manera lícita. El patrimonio de la asociación, aparte del dinero acumulado por las cuotas de los socios, está formado por de algunos electrodomésticos, menaje de cocina, mesas, sillas, etc.), más el dinero acumulado en la cuenta corriente del banco.

Durante el año 2020, debido a la pandemia de COVID-19 que sufrimos, y que parece no tener fin en el momento de escribir estas líneas, se han restringido las actividades de la asociación para evitar contagios entre sus asociados. Sin embargo, recientemente la asociación organizó un acto en el pueblo en el que la presidenta, María Jesús Calvo, entregó a los más jóvenes un diploma por su buen comportamiento durante el confinamiento en el periodo que duró el estado de alarma decretado por nuestro Gobierno y una bolsa de chucherías, en la que ha colaborado la Bollería Artesana de Miguel. Se muestra así la implicación absoluta de la asociación con los más jóvenes de Albendea y su intención de seguir trabajando para el pueblo y sus vecinos, a pesar de los oscuros momentos de pandemia que vive nuestro país.

Hay que añadir asimismo durante el año en curso la producción de un video muy emotivo a cargo de la asociación, editado por Carolina Martínez y María Jesús Calvo, narrado con algunos versos de Jesús Calvo, con diversas fotografías del pueblo, de varios autores, así como sobre diferentes eventos organizados por la asociación, en las que se evoca, en algunos casos, a aquellas personas que fueron miembros de la misma y ya nos dejaron. También durante 2020 se han elaborado unos imanes con imágenes emblemáticas de Albendea y con el nombre de la asociación junto a la imagen del santo, San Antonio de Padua, que le da nombre.

 

 

ASAMBLEA ANUAL


 ASAMBLEA ANUAL


PANCARTA DE LA ASOCIACIÓN


PREPARANDO LA CALDERETA PARA LA CENA ANUAL EN EL PARQUE DE LA CAÑADA


CENA ANUAL EN LA PLAZA DE ESPAÑA

GANADOR DEL SORTEO DEL JAMÓN EN LA CENA ANUAL






ENTREGA DE UN OBSEQUIO A GEMA OCAÑA POR SU COLABORACIÓN CON LA ASOCIACIÓN


ACTUACIÓN DEL MAGO DURANTE LA CENA ANUAL


COLABORACIÓN DE LA ASOCIACIÓN DURANTE LAS FIESTAS PATRONALES

MIEMBROS DE DIFERENTES JUNTAS DIRECTIVAS
EL ANTERIOR PRESIDENTE LUIS GONZÁLEZ Y LA ACTUAL PRESIDENTA MARÍA JESÚS CALVO


 ENTREGA DE DIPLOMA Y CHUCERÍAS A LOS PEQUEÑOS EN JULIO DE 2020


DURANTE UNA EXCURSIÓN DE LA ASOCIACIÓN





  EL CAMINO VIEJO DE ALBENDEA A VALDEOLIVAS