PREGÓN DE LAS FIESTAS DE SAN ANTONIO DE PADUA EN ALBENDEA
Por Alberto Morales Guillén (13 de julio de 2025)
Queridos vecinos, amigos,
autoridades, y todos los presentes:
Con profunda emoción y sincero agradecimiento, me dirijo a vosotros en esta jornada tan especial. Comienzo mi pregón con un cálido saludo a todos los aquí reunidos, y extiendo un recuerdo afectuoso a quienes, por diversas circunstancias, no pueden acompañarnos. Muy especialmente, evoco a quienes fueron mis alumnos, amigos, y a aquellos que nos siguen, desde lo alto, desde el Cielo.
Agradezco sinceramente al Ayuntamiento de Albendea el honor de haber sido designado pregonero, en especial al Sr. Alcalde, don Luis Pérez, y al Sr. Concejal de Cultura, don Miguel Ángel Martínez. Gracias de corazón.
“Sobre un corazón rico en sentimientos, la lengua siempre hablará mucho y bien”, fue la frase con la que comencé este pregón. Y creo, sinceramente, que eso es lo que hoy me ocurre.
El tema de este pregón es:
“Albendea es una villa grande”,
y lo desarrollaré en tres grandes apartados:
A. Albendea es grande porque tiene muchos habitantes.
1. Primer grupo: los habitantes actuales
Son los aproximadamente 119 vecinos que mantienen viva la luz del amor, de la historia, del esfuerzo y también del dolor. Gracias a vosotros, Albendea se sostiene materialmente y, sobre todo, espiritualmente. Sois personas nobles, generosas e ilusionadas, que cuidáis la casa, preparáis viandas y mantenéis encendido el fuego del hogar, esperando con cariño la llegada de familiares y amigos durante las fiestas, vacaciones o fines de semana.
Sois el tronco del árbol, los que sostenéis el ramaje y nutrís con vuestra entrega a todo el árbol de Albendea. A todos vosotros: ¡gracias sin límites!
2. Segundo grupo: los que emigraron
Desde ese tronco nacen ramas fuertes, los valientes que salieron del pueblo buscando un futuro mejor, forjando nuevas vidas en tierras lejanas. Muchos se hicieron catalanes, madrileños, valencianos, gallegos... incluso franceses o suizos, sin perder jamás el orgullo de ser albendurrios. Hoy, muchos descansan eternamente en este camposanto, junto a sus ancestros. Honor y memoria para quienes se sacrificaron por sus familias, soñando con un futuro mejor para sus hijos.
3. Tercer grupo: los hijos y nietos de Albendea
Representan el volumen del árbol, sus hojas, flores y frutos. Jóvenes que viven fuera, pero que no han roto su vínculo con Albendea. A vosotros me dirijo directamente: sois herederos de un legado construido con esfuerzo, dolor y amor por muchas generaciones. Disfrutáis de un nivel de vida nunca antes alcanzado, y es vuestro deber conocerlo, valorarlo y transmitirlo.
Por vuestros hijos, vuestros nietos y las generaciones venideras: no dejéis morir el alma de Albendea. Esta villa, que pertenece a la llamada España vaciada, necesita de todos nosotros. ¡Rememos juntos!
4. Cuarto grupo: los injertados
Aquellos que, sin sangre albendurria en sus venas, sienten esta tierra como propia. Cónyuges, trabajadores, vecinos, amigos... Albendea os ha acogido y vosotros la habéis hecho vuestra.
Pongo dos ejemplos:
Antonio Matea, albaceteño, llegado por azar, hoy edita con entrega y sin pedir nada a cambio El Noticiario de Albendea. ¿Cómo no va a sentir amor por este pueblo si en él se siente querido y valorado?
Y mi caso personal: vine como maestro en 1969 y aquí estuve hasta 1977. Aquí nacieron mis tres hijos, albendurrios por nacimiento y por amor. Aquí entregué lo mejor de mí como docente en escuela única, atendiendo desde párvulos hasta alumnos que ya resolvían ecuaciones. Aquí soñé con que mis alumnos pudieran estudiar, conseguir becas, crecer... ¡Cómo no voy a querer a Albendea!
5. Quinto grupo: las raíces
Son las más olvidadas, porque no se ven. Pero son esenciales. Representan la historia, el sacrificio, el amor desinteresado de tantas personas que ya no están. Son las raíces las que sostienen y alimentan todo lo demás.
Desde el Cielo, hoy nos soplan esperanza y fuerza. Por ellos, pido un minuto de silencio (se guarda).
B. Albendea es una villa
En 1537, siendo Carlos I rey de España, Albendea recibe por Cédula Real el título de villa. Este documento, recuperado recientemente por nuestro Ayuntamiento, es motivo de orgullo. ¿Qué significaba entonces?
• Que Albendea era reconocida por su conducta ejemplar y su valor social. No todas las poblaciones pueden decir lo mismo.
• Que deseaba y lograba autonomía administrativa: podía impartir justicia, no dependía de Huete, y ganaba en influencia.
Recuerdo que en 1973 asistí a una reunión en Valdeolivas donde se planteaba fusionar ayuntamientos. Dijimos no. Y hoy reafirmo esa postura: perder el Ayuntamiento o la escuela es comenzar a desaparecer.
(Como anécdota, recomiendo la reciente película italiana Bienvenidos a la montaña, donde un pequeño pueblo lucha por salvar su escuela. ¡Qué ejemplo!)
Para conservar la grandeza de Albendea, debemos sumar esfuerzos, buscar la unidad, apoyar a nuestros representantes democráticamente elegidos y mirar juntos al futuro.
C. Albendea es rica en bienes y valores
1. Riqueza agrícola y ganadera: olivares, cereales, girasol, miel, productos del ganado lanar... pero debemos mejorar su transformación y comercialización local. Las materias primas no bastan: necesitamos valor añadido.
2. Riqueza natural: valles, montañas, ríos, pinares, paisajes... Albendea es belleza viva. Sigamos impulsando el turismo y el disfrute respetuoso de la naturaleza.
3. Patrimonio artístico: la iglesia de Ntra. Sra. de la Asunción, el retablo renacentista de la Virgen de la Vega, el Mausoleo de Llanes del siglo IV, los cuadros... Debemos promocionar y proteger todo este legado.
4. Flora y fauna: cuidemos nuestra biodiversidad, cada vez más amenazada. Este es un deber moral y ecológico hacia las generaciones futuras.
5. Tradiciones y folklore: las procesiones, la devoción a San Antonio de Padua, los bailes antiguos, los juegos, los vocablos que desaparecen, los enseres del hogar... ¡Necesitamos un museo etnológico municipal!
6. Gastronomía: los sabores de siempre, las recetas de la abuela, los dulces, las legumbres, los productos de matanza... Un tesoro que hoy empieza a recuperarse, embotado y comercializado con cariño.
Y finalmente, la mayor riqueza: su gente. Porque en Albendea, todo el que llega quiere volver, y algunos se quedan. Aquí se respira bondad, acogida, sencillez, respeto, agradecimiento... ¡Eso no se improvisa, se hereda!
Cierre
Gracias, muchas gracias por vuestra paciencia y cariño al escucharme.
Creo que, sin lugar a dudas, ha quedado demostrado:
¡ALBENDEA ES UNA VILLA GRANDE!
Y ahora, alzamos la voz con fuerza:
¡¡¡Viva la villa de Albendea!!!
¡¡¡Viva San Antonio de Padua!!!
¡Y ahora, a disfrutar de las fiestas!
¡Gracias a todos!
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